Por: Miler Acuña

Una investigación revela cómo fusiles y municiones son enviados desde Florida ocultos en cargamentos humanitarios, alimentando la violencia en un país sumido en el caos.
El tráfico de armas desde Estados Unidos hacia Haití ha alcanzado niveles críticos. Una investigación de la BBC reveló que fusiles de asalto, pistolas y miles de municiones han sido enviados clandestinamente desde Florida, ocultos en cajas marcadas como “ropa” y “comida”.
Estas armas llegan a manos de las pandillas que actualmente controlan más del 85% de Puerto Príncipe, capital del país caribeño. La violencia se ha intensificado, dejando un récord de 5.601 muertos en 2024 según la ONU, y desplazando a más de un millón de personas.
El cargamento más reciente incautado por la Policía haitiana en abril de 2024 contenía 12 fusiles de asalto, 14 pistolas y 999 cartuchos. Provenía de Fort Lauderdale, Florida, y fue enviado en el carguero Rainer D, que recorrió cerca de 1.200 km hasta llegar a Cabo Haitiano.
Las armas fueron ocultas en contenedores alquilados por haitianos residentes en EE.UU., quienes con frecuencia envían alimentos y bienes esenciales a sus familiares. En muchos casos, los remitentes desconocen que sus contenedores han sido infiltrados por traficantes.
Un hombre identificado como Anestin Predestin declaró al Miami Herald que permitió a un tercero incluir dos cajas en su envío, creyendo que contenían ropa. Más tarde se descubrió que albergaban armas de fuego de alto calibre.
El panel de expertos de la ONU encargados de supervisar las sanciones a Haití confirma que este tipo de tráfico se realiza mediante “compradores testaferros” y envíos por partes, táctica conocida como “tráfico hormiga”.
Estados como Florida han sido señalados por permitir la venta privada de armas sin verificar antecedentes. Aunque el presidente Joe Biden ha impulsado reformas, las inspecciones a los envíos salientes siguen siendo mínimas.
Las compañías de envío como Alliance International Shipping argumentan que no tienen medios para revisar los contenidos y que colaboran con las autoridades. Sin embargo, la falta de controles rigurosos permite que el tráfico continúe.
En Haití, la corrupción aduanera también es parte del problema. Un funcionario fue arrestado tras introducir una de las cajas en su vehículo personal. Otro sospechoso, identificado como Wilmane Jean, está prófugo y vinculado con pandillas.
A la crisis se suma la parálisis institucional. El ex primer ministro Ariel Henry dimitió tras no poder regresar al país en medio de la violencia. Las pandillas incluso han liberado reclusos de la cárcel principal y cerrado puertos y aeropuertos.
Víctimas como Wilson, un trabajador herido mientras huía, relatan escenas de terror. Hoy vive en una escuela convertida en refugio, como miles de desplazados internos.
A pesar del despliegue de fuerzas internacionales como la policía de Kenia, los expertos afirman que el Estado haitiano no tiene capacidad para controlar el territorio. Las pandillas están mejor armadas y organizadas que nunca.
Organizaciones como la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional advierten que mientras no se corten las rutas del tráfico de armas desde EE.UU., la violencia seguirá escalando.
El caso pone en evidencia la necesidad urgente de reformas legales en EE.UU., mayor vigilancia aduanera y una respuesta internacional coordinada para frenar el flujo de armas hacia uno de los países más vulnerables del hemisferio occidental.