Por: Miler Acuña
La explosión, ocurrida el Jueves Santo en pleno centro del municipio, causó una tragedia que sacudió al país. El alcalde clama por ayuda y el pueblo exige justicia ante el horror del terrorismo.
En la noche del Jueves Santo, mientras muchos habitantes de La Plata, Huila, compartían en familia, una poderosa explosión cambió el rumbo de la celebración. Una motobomba detonó frente a la estación de Policía del municipio, dejando un saldo de dos jóvenes muertos, 25 heridos y decenas de viviendas afectadas.
Las víctimas mortales fueron identificadas como Luisa Fernanda Trujillo Peña, de 19 años, y su hermano Sergio Trujillo Peña, de 17. Ambos se encontraban con su familia cerca del lugar de la explosión y murieron por el impacto de la onda expansiva. Sus nombres hoy resuenan en todo el país como símbolo del dolor que deja el terrorismo.
El atentado ocurrió hacia las 8:15 de la noche en el parque central, justo cuando la zona estaba llena de personas por la Semana Santa. La explosión, según testigos, se escuchó a varios kilómetros de distancia. Vidrios, techos, automóviles y estructuras comerciales quedaron destruidos por la fuerza del estallido.
Los organismos de socorro atendieron la emergencia en medio del caos. Ambulancias, bomberos y unidades de Policía llegaron a una escena desoladora. Entre los 25 heridos se encuentran cinco menores de edad, algunos en estado crítico, que fueron trasladados de urgencia a hospitales del departamento.
Luis Carlos Anaya Toro, alcalde de La Plata, calificó el hecho como un ataque terrorista cobarde e indiscriminado. En entrevista con El Tiempo, anunció que en el próximo consejo de seguridad solicitará con urgencia mayor presencia del Estado, aumento del pie de fuerza y una estrategia integral para proteger a la población.
El mandatario local aseguró que el municipio no tiene capacidad para enfrentar por sí solo este tipo de amenazas y pidió que el Gobierno Nacional actúe con contundencia. “Este atentado no es solo contra La Plata, es contra Colombia entera. No podemos seguir solos en esta guerra”, afirmó.
Aunque ningún grupo armado se ha atribuido el ataque, las autoridades sospechan que detrás de este atentado estarían disidencias de las FARC que operan en el suroccidente del Huila. La explosión tenía como aparente objetivo la estación de Policía, ubicada en una zona densamente poblada.
La comunidad huilense ha reaccionado con dolor e indignación. En redes sociales, ciudadanos han compartido imágenes y videos del atentado, así como mensajes de apoyo a las familias afectadas. La etiqueta #LaPlataDeLuto se viralizó rápidamente, convirtiéndose en tendencia nacional.
El gobernador del Huila, Luis Enrique Dussán, respaldó las declaraciones del alcalde y exigió al Gobierno Nacional acciones urgentes. “Necesitamos presencia permanente del Estado, inteligencia operativa y una política de seguridad real. No podemos seguir improvisando”, afirmó el gobernador.
La explosión no solo cobró vidas humanas, sino que también dejó serios daños en infraestructura urbana. Se reportaron afectaciones en más de 30 viviendas, varios negocios, vehículos particulares y motocicletas que estaban estacionadas cerca del lugar del atentado.
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia condenó el ataque y lo calificó como una acción indiscriminada contra la población civil, advirtiendo que este tipo de actos podrían constituir crímenes de guerra bajo el derecho internacional humanitario.
El ministro de Defensa, Pedro Sánchez Suárez, aseguró desde Bogotá que el ataque no quedará impune. Anunció el envío de un equipo especial de investigación criminal y refuerzos en la seguridad para contener cualquier nuevo intento de desestabilización en el sur del país.
La familia Trujillo Peña, que perdió a sus dos hijos, se encuentra devastada. Vecinos y amigos organizaron una velatón en la plaza principal del municipio en memoria de Luisa y Sergio. “No hay palabras para describir el dolor. Esto nos partió el alma a todos”, dijo una vecina cercana a la familia.
Este atentado se convierte en uno de los más graves que ha sufrido La Plata en los últimos años. Una comunidad entera llora a sus hijos, exige justicia y clama por protección. El mensaje de los huilenses al país es claro: no queremos más sangre, queremos vivir en paz.
La tragedia en La Plata revive el debate sobre el abandono institucional en regiones históricamente golpeadas por la violencia. Mientras la comunidad entierra a sus muertos, Colombia entera vuelve a mirar hacia el Huila, esperando que esta vez sí haya respuestas y soluciones reales.