Pacho, Cundinamarca: tierra de ‘El Mexicano’ y escenario de una tragedia olvidada en los años 80

Un sábado de mercado teñido de sangre en la cuna de Rodríguez Gacha

El día que la guerra tocó a Pacho

En 1983, cuando las FARC aún no eran enemigas directas del narcotráfico, el municipio de Pacho, Cundinamarca —lugar de nacimiento de José Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano— fue sacudido por un sangriento hecho que permanece en el olvido colectivo. Un sábado, día de mercado, la violencia sorprendió a los pobladores entre compras y diligencias cotidianas.


Un guerrillero en la Droguería Acuña

A eso de las 10:00 a.m., un guerrillero de civil —alto, moreno, entre 28 y 30 años— ingresó a la droguería Acuña, una de las más reconocidas del municipio, a comprar medicinas presuntamente destinadas a sus compañeros en el monte. En ese entonces, la guerrilla tenía presencia cerca del casco urbano, aunque aún no enfrentaba abiertamente a los carteles.


Un requerimiento que desencadenó el caos

Desde la calle, un agente de policía que le venía siguiendo los pasos lo abordó: “Señor, por favor me permite sus documentos y sale para una requisa”. La respuesta fue letal. El guerrillero desenfundó un revólver calibre .38 largo, de color plateado, que sacó de debajo de su camisa.


Templo parroquial San Antonio de Padua Pacho Cundinamarca ubicada en el parque principal del municipio donde ocurrió la tragedia.

La violencia desatada en pleno centro

Un testigo de 11 años, hijo del administrador de la droguería, recuerda con claridad cómo el policía corrió a esconderse entre vehículos estacionados frente al parque principal, mientras el insurgente apuntaba desde una de las entradas del local. En la segunda entrada, otro agente se parapetó detrás de un congelador de paletas.


Disparos en plena farmacia

El segundo policía, sin saber que el agresor ya había salido de la droguería, fue sorprendido por varios disparos que lo dejaron gravemente herido. La escena, presenciada por decenas de transeúntes, desató una estampida en el corazón del municipio.


Una bala perdida y un joven herido

Durante la huida del guerrillero por la calle conocida como La Veguita, el agente que había iniciado el procedimiento le disparó sin éxito. Sin embargo, una de las balas alcanzó la pierna de Ricardo Ramos, un joven de 13 años, hijo del popular “Loco Ramos”, animador de ferias y fiestas locales.


Una mujer herida y otro civil muerto

En medio del tiroteo también resultó herida en un ojo una mujer que trabajaba como lustradora de zapatos. Otro civil, de apellido Becerra, empleado de la electrificadora local, perdió la vida tras ser alcanzado por las balas. La cifra de víctimas aumentó en minutos.


La persecución terminó en la ribera del río

El guerrillero intentó escapar por el río cercano, bajando por La Veguita, pero la policía logró cercarlo y le dio de baja cerca de ese sector. El cuerpo fue recuperado horas después en medio del miedo generalizado.


Un municipio paralizado por el terror

Quien narró este hecho a nuestro medio recuerda cómo su padre, el administrador de la droguería Acuña, ayudó a cargar al policía herido para llevarlo al hospital. A pesar del esfuerzo, el agente falleció horas más tarde debido a la gravedad de las heridas.


Rumores de toma guerrillera se esparcieron

Tras el tiroteo, muchos temieron una toma guerrillera del municipio, pero se aclaró que el objetivo del insurgente era exclusivamente adquirir medicamentos. No había intenciones de control territorial ese día, aunque el impacto psicológico fue profundo.


Silencio institucional y olvido mediático

Pese a la gravedad del hecho, pocos registros oficiales quedaron del episodio. El silencio institucional y la falta de cobertura mediática condenaron a este evento al olvido durante más de 40 años.


Rodríguez Gacha y el fin de la amenaza guerrillera

Luego de este hecho, se dice que El Mexicano le declaró la guerra a las FARC por atreverse a actuar en su tierra natal. Desde entonces, Pacho no volvió a ser escenario de violencia insurgente. La paz relativa llegó, aunque marcada por la sombra del narcotráfico.


Una generación marcada por la tragedia

Las memorias de los niños que vivieron aquel sábado sangriento aún están presentes. Hoy, adultos, algunos narran los hechos como una herida latente en la historia del municipio.


Un episodio que merece ser recordado

Este suceso, que sacudió a la tierra del capo más temido del país, merece un lugar en la memoria histórica de Colombia. Porque no solo los grandes atentados marcan la historia: también las tragedias silenciosas que aún laten en los pueblos olvidados.

Capilla del Divino Niño ubicada en el sector del estadio en Pacho Cundinamarca.